Frente a algo tan vanguardista e inminente no puedo hacer oídos sordos. Es así que, señores, este domingo estuve todo el día encerrada en casa y pensé evadirme de la inmundicia de los quehaceres universitarios y de mi medicación para la ansiedad, ¿cómo? descargando alguna peli de terror viejuna. Me meto corriendico en divxonline y mazazo al canto. Me meto en cinetube y mazazo. Quiero ver Being Erica en el seriesyonkis y adivinen qué... ¡mazazo!: <<Si se aprueba la ley Sinde, esta página desaparecerá. Internet será una tele más, al servicio del poder. Por la libertad de expresión en la Red. No a la censura. No a la ley Sinde. No al cierre de webs>> ¡amén!
En tan desesperada situación me puse a leer L'étranger, una gran obra de Albert Camus que incluso me complacería ojear de no ser porque me obligan a zampármela en temporada de exámenes junto al libro "Texto y Contexto", que tiene que tener un argumento fulminante entre sus casi 400 páginas.
La ley SINDE, los profesores que creen que tengo una vida más allá de la universidad, mi padre atosigándome por las mañanas, las pupitas fruto del estrés que pican como un demonio y me aparecen por la espalda igual que un cochino enemigo, las pastillas de sedatif que no funcionan ni aunque las rocies con agua bendita (de las flores de bach no puedo opinar todavía porque llevo dos días tomándolas, comentaré resultados en el futuro), el erasmus que consiste en competir a ver quien pisa antes la cabeza del compañero que ha pedido el mismo destino, los bolsillos vacíos y las entradas de nochevieja caras, la obsesión por dormir ocho horas para mantener el cutis, sin éxito, esto y otras doscientasmil cosas que si sigo enumerando me tengo que rascar la espalda con un rastrillo, me empiezan a succionar la vida como si tuviera a un malvado pokemon tipo planta quitándome ps a bocaos.
Hoy se "aprueba" la ley dichosa por la cual tengo que seguir descargando porno del ares o películas en español latino, hasta que caiga la que estoy buscando. Digo "aprueba", porque quizás Dios nos recuerde que sigue existiendo y al final no se cumpla este mandato demoníaco no apto para cardíacos y embarazadas. En fin, una que se va a la cama confiando en levantarse igual de leecher que el día anterior, siendo una feliz sangüijuela internetil capaz de mandar a tomar aire a la universidad de vez en cuando para tomarse un descansito. De uno u otro modo, que se mueran los políticos.