lunes, 18 de septiembre de 2017

Una poesía coagulada



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Hace poco presenté el siguiente poema a un concurso en el que la temática tenía que mantener relación con Gloria Fuertes. Pensaba que había posibilidades de ganar porque no participaba mucha gente y el premio era simplemente la publicación (y no de un solo ganador, ¡sino de varios!). Pues bien, no gané ni una palmada en la espalda. Una vez más la sociedad reniega de mi poesía pero, amigos, ¡no me pararán!
Digo yo, ¿se habrá notado mucho que paso de Gloria Fuertes y que no era más que un pretexto? Pues que lo disfruten les guste o no, que de este barco no me bajan.



Los poetas amamos la sangredijiste           y me vestiste         de esta guisa.
Soy hoy un vampiro de la lírica
esa que me ha hecho creer que puedo ser      lo que quiera ser
mientras mis labios tus versos bisan.
Esa que me ha dado terapia     siguiendo con mis yemas    la vía de tu caligrafía.
Esa que cree que las mercedes de este mundo no son ni prohibidas     ni desaconsejables
esa que con emoción palpable
me dice «tras todos los finales, hay vida».
Estás latiendo en mis poemas
hay borbotones rojos en todas las pausas
quisiera seccionarte y succionarte
hacer con tus plaquetas mi casa
una que sople quien sople
nadie descimentara.
Quisiera retratarte, esta vez de verdad
más cada poema es un intento vano
de recoger todo lo que tú eres y      aun más     lo que han hecho de mí tus manos.
Es cierto, amante, madre, amigo, hermano
que la esperanza en el desconsuelo es el bebé en brazos de Hécate
mi poesía se coagula
pero la herida está aún perfecta para seguir reabriéndose.