
Digo yo, ¿se habrá notado mucho que paso de Gloria Fuertes y que no era más que un pretexto? Pues que lo disfruten les guste o no, que de este barco no me bajan.
—Los poetas amamos la sangre —dijiste y me vestiste de esta guisa.
Soy hoy un vampiro de la
lírica
esa que me ha hecho creer
que puedo ser lo que quiera ser
mientras mis labios tus
versos bisan.
Esa que me ha dado terapia siguiendo
con mis yemas la vía de tu caligrafía.
Esa que cree que las
mercedes de este mundo no son ni prohibidas ni desaconsejables
esa que con emoción
palpable
me dice «tras todos los
finales, hay vida».
Estás latiendo en mis
poemas
hay borbotones rojos en
todas las pausas
quisiera seccionarte y
succionarte
hacer con tus plaquetas mi
casa
una que sople quien sople
nadie descimentara.
Quisiera retratarte, esta
vez de verdad
más cada poema es un
intento vano
de recoger todo lo que tú
eres y aun más lo que han hecho de mí tus manos.
Es cierto, amante, madre,
amigo, hermano
que la esperanza en el
desconsuelo es el bebé en brazos de Hécate
mi poesía se coagula
pero la herida está aún
perfecta para seguir reabriéndose.