sábado, 6 de noviembre de 2010

Uno de esos episodios.


"Os contaré, amantes, qué hacéis cuando estáis juntos;
lo que yo hice y sentí
en aquel huerto de espigas corporales.
El gallo a mitad del día, erguido para el amor,
y la luna que espera al ave de fuego,
mojada, abierta y silenciosa.

La tomé por la mirada, rebanando con mi vista su entrecejo,
y desde ahí, humedecí con su vista mis manos y con
mi vista su cuerpo,
hasta que su cabeza derramóse en mi hombro.
Su cabeza era una blanda caverna donde se escondía el torrente,
el que me llevaría hacia abajo, a las zarzas de sigiloso esplendor.
Palpé sus sienes, oyendo latir la piedra,
la piedra azulada por la respiración y el anhélito.
Ella tomó mi boca con su boca, llenar un hueco con otro hueco,
para partir unidamente exhaustos.
Mis labios son yo que salgo; los suyos son yo que entro.
Y nos reconocimos íntimos y temblorosamente obvios.
Comencé a ser mi semejante.
Inquirí su cuello, la columna despierta
hecha de luz intencional explícita.
Besos en su garganta de cascada de nieve, y sus pechos,
paticulares bóvedas del cielo, copas de árbol, salidas
de sol y cualquier cosa aquí sólo representada.
Mi boca me ungió único entre dos calores contiguos.
De ser una la esfera,
Yo habría inventado la repetición.

Rodeaba mi cintura para ser ella copa y yo agua.
Quería aprisionarme, y no sólo por fuera,
pues podría escaparme hacia adentro,
y para que no me evadiera así, me insinuó encerrarse
ella dentro de mí.

Accediendo, la ceñí a mi vez por la cintura,
siendo ella ahora el agua y yo el vaso.
Y se hizo tan íntima, que aun durmiendo me
encontraba con ella
como si la hubiera habitado y comulgado.
Estrechamos la condena y caímos veloz
por la corriente que arrastra juntos al pájaro y al vuelo."
                            Eduardo Anguita, Venus en el pudridero (fragmento)
            
  
 ~~
Y así fue como quedamos absortos el uno en el otro,
como dos gotas de agua suspendidas en el aire antes del choque.
Y fluímos,
como nos dictaba un chorro incontrolable de calor que latía en mi cabeza
conduciéndome casi al desmayo,
(y cuyo origen aún desconozco)
pero al que agradezco más de una sensación de éxtasis físicamente caduca, más espiritualmente eterna.

2 comentarios:

  1. Y nos reconocimos íntimos...

    Intimidad, intimidad, intimidad...

    Hay que organizarse, hay que organizarse...(8)

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