sábado, 9 de abril de 2011

Mariposas en silencio.


En el paraíso hay cuatro esquinas negras; donde el miedo ha carbonizado, el odio ha oxidado y el dolor ha anidado. Sus larvas nunca se convertirán en mariposas.
No hay viento, ni tan siquiera aire, solo quietud. En la asfixia del vacío el sonido es invisible.
La visión constituye una fotografía casi perfecta, solo alterada por el movimiento de esas larvas hilándose sus capullos para fines aún mejores que las alas.
Son cuatro esquinas a las que llegan las humedades de un infierno no tan distante. Cuatro esquinas adulteradas por la realidad y alimentadas por el ser humano en su cobardía y su pena.
Todos los paraísos tienen goteras, y como criaturas débiles abrimos la boca y bebemos de ese agua amarga, estimulando ese otro punto G que intentamos callar cada día, tapar con nuestra capa más brillante.
El ser humano en sus delirios.
Solución: ¡trepanación!

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