miércoles, 23 de marzo de 2011

Never Let Me Go.



Sé que no estáis acostumbrados a que meta críticas de cine en el blog, de hecho para eso tengo el Filmaffinity, aunque si que me gusta de vez en cuando hacer alusiones, sacar esencias, tal vez fragmentos. Hoy estrujaré "Never Let Me Go"/"Nunca me abandones".
Nos encontramos ante una película peculiar, especialmente porque está sacada de un libro. Ay, los libros. El cine siempre quedará a la sombra de las páginas, donde tú eliges la velocidad (y las repeticiones, ¿cuántas veces habré releído el episodio de La Sombra del Viento en que Daniel y Bea hacen el amor?), la imagen, la sensación, donde no queda nada en manos de gente fingiendo ser quien no es. Aunque reconozcamos que estos lo hacen muy bien. Con unas buenas actuaciones, una fotografía a la que hemos de regalar nuestros aplausos y una banda sonora hermosísima, solo podemos quejarnos de que la crudeza de este retrato esté trazada con la misma ingenuidad que envuelve a toda una historia fundada en una sola misión, pero muchos miedos. Una historia única para muchas vidas que conocen perfectamente su cometido y su final, y ambos son deprimentes, inhumanos, llegan muy pronto.
Podemos sacar cientos de pegas a la película pero no merecen la pena, hay que considerarla como la metáfora que es, perfecta en su imperfección, que si no comprendemos conscientemente lo haremos inconscientemente, y menos mal.

El amor nos hace humanos. El amor nos hace querer aferrarnos a la vida tanteando todas las opciones. Es la verdadera prueba de que tenemos alma, un alma por el que sea cual sea nuestro origen, la finalidad de nuestro nacimiento y nuestra existencia, debería ser suficiente para darnos el derecho a vivir como queramos.
No obstante, no hace falta sumergirnos en un mundo de ciencia ficción o en una película para comprender que la vida, la sociedad, las circunstancias, son las alambradas que rodean nuestro camino. Hasta las leyes lo son, las convenciones, la moral. Pero a costa de nuestro libertinaje podrían sufrir otras personas que no lo merecen. ¿Hasta qué punto "nuestro límite es el cielo"? ¿Hasta qué punto es bueno cercar el camino? ¿Hasta que punto tenemos que soportar las injusticias, apechugar con lo que nos toca, oir, ver, callar?
Nunca encontraremos el equilibrio y supongo que esta lucha continua con nosotros mismos, con nuestra piel, nuestra mente, nuestra curiosidad, ¡nuestras ganas terribles de hacer el amor! no es otra cosa sino la prueba de que somos seres apasionados y que sin el amor a la vida, a la libertad, a los "derechos", ¡al amor como tal! no somos seres humanos. Ni tan siquiera clones.

3 comentarios:

  1. Te he robado unas frases.
    Te las cambio por ...
    elige tu...



    PD: Si no te gusta el cambio,
    puedo pasarles la goma.

    Enhorabuena

    ResponderEliminar
  2. cuando vienes y me hablas de nosotros dos? (:

    ResponderEliminar