viernes, 29 de octubre de 2010

Stone.


Sobre el aleteo incansable de tus alas,
hay un recuerdo mío.
Como nubes de tormenta, encima, relampaguea
son tardes de estío
otras llenas de frío
que tal vez ya no recuerdas.

Te toqué y dejé
una huella de piedra,
¡fosiliza muy pronto el amor!
Mis manos treparon como hiedra
desde el suelo y por tu piel
Hoy tienes yunques, no piernas
¡No volverás a correr!

En el aire que quitas de enmedio al reir
el que contagias de ti,
el que respiras, del que vives, ¡estoy ahí!
condenado, cada día, a respirarme
como un veneno impío,
pues ahí donde mires
te dejé un recuerdo mío.

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