¿Recuerdas aquel cuello, haces memoria
del privilegio aquel, de aquel aquello
que era, almenadamente blanco y bello,
una almena de nata giratoria?
Recuerdo y no recuerdo aquella historia
de marfil expirado en un cabello,
donde aprendió a ceñir el cisne cuello
y a vocear la nieve transitoria.
Recuerdo y no recuerdo aquel cogollo
de estrangulable hielo femenino
como una lacteada y breve vía.
Y recuerdo aquel beso sin apoyo
que quedó entre mi boca y el camino
de aquel cuello, aquel beso y aquel día.
Y el cuello es como un camino entre corazón y mente. Muerde ahí para confundir la vía, para cortar la comunicación, para estimular ambos entes que dentro de uno, por un instante, se ponen deacuerdo.
y nosotros callamos y acatamos órdenes porque así lo dice el gran Migue Hernández... Almena de nata giratoria!!!!! Amén!
ResponderEliminarNata, blanco, pureza... no falla, blanco y en botella... La piel pálida, esa palidez...
Gran suspiro de anhelo... ¡Ay! La nata.
El cuello de una mujer, la octava maravilla del mundo.
ResponderEliminarLo corroboro, "supersalvajuan".
ResponderEliminar